Podemos distinguir entre
grupo natural y grupo sofisticado. El primero es innato al ser humano y está
basado en las emociones, que se sitúan por encima del interés por el
conocimiento. Las características básicas del grupo natural están basadas en
tres supuestos.
- Por un lado el grupo de
ataque-fuga, para el que la agresividad es un elemento fundamental. Esta puede
ser una realidad palpable o permanecer en un segundo plano. Para tener un
cierto control sobre esta agresividad y los conflictos que puede generar en el
interior del grupo es importante la existencia de una jerarquía bien definida.
- Otro de los supuestos,
es el grupo de dependencia. Este grupo se mueve bien por una idea o bien por un
líder que actúa como guía del resto del grupo. La idea sobre la que se basa es
imperturbable, se convierte en dogma sin embargo el líder puede ser sustituido
por el grupo y de hecho así suele ser en beneficio de la idea. El conocimiento
no se abre paso en este supuesto porque existen una fe hacía esa idea y una
actitud de resistencia al cambio.
- El último de estos
supuestos de grupos naturales, es el grupo de emparejamiento. Este no tiene una
estructura tan definida como los anteriores y se basa en el hecho de que dos participantes
en un grupo se unen bajo la idea de un futuro utópico juntos.
Si queremos llegar al
conocimiento hemos de transcender estos supuestos y entrar en una fase de
transición que nos permita pasar del grupo natural a un grupo sofisticado de
trabajo. Esto se consigue a través de un entrenamiento que necesita de dos
condiciones necesarias. El conocimiento mutuo entre los miembros del grupo y la
recopilación de información acerca de los objetivos y las tareas. Todo esto
fomentará la comunicación y a través de esta y de la práctica podemos llegar a
construir un grupo de trabajo.
Una vez formado un grupo
sofisticado que permita trabajar, conocer, aprender y obtener objetivos debemos
de mantenerlo. Esto se hará en base a una serie de valores que permitan su
correcto funcionamiento. Como son los siguientes; el respeto mutuo, la
positividad, el conocer los límites de cada uno de nosotros y saber que no estamos
en posesión de la verdad absoluta, el basar nuestros planteamientos sobre la
razón y los hechos, decidir en grupo para que este no se convierta en un
monopolio y por último la vocación de continuidad.